Era obligado: la p
ortada decía «Mutilador», mostraba una imagen muy sangrienta (pero en fotocopia), era un cassette generico, era un compilado de bandas cuya existencia en su mayoria ignoraba (con calidad de sonido variopinto, si suena «bonito» ergo no es subterraneo) con nombres tan descriptivos como Rotting Christ y Atomic Aggressor, y finalmente en existencia con el George Rocker (no en KGM Musical del Meño, que despues supe era demasiado comercial, por lo tanto no debia de hacerse o si no quedaba otra alternativa tenias que demostrar que te era desagradable pero ineludible, como ir a misa o estar en la escuela privilegiada que tus padres te escogieron). Adquirirlo me garantizó una buena medalla mas a mi curriculum de rocker contracultural. Por supuesto, adolescente al fin, tales consideraciones le tenian completamente sin cuidado al resto del mundo, y tangencialmente le interesaba a otros que como yo hacian su propio intento para no ser como sus padres, que gustosos pagaban dicho proceso sabedores de que tarde que temprano «donde me viste te veras».
Por asociación dí con el fanzine (publicación diseñada e impresa rústicamente por amor al arte y generalmente, para mi generación, vinculada al Heavy metal más subterráneo, con tirajes mínimos y pasadas de mano a mano o por correspondencia vía venta o trueque) responsable de este proyecto, y lo primero que me resaltaba era la brutal portada, meticulosamente diseñada y sin dejar nada a la imaginación (o más bien apelando a tus pesadillas).
Como mantra recitaba cada linea de la reseña del dichoso fanzine y una en particular me resonaba, bueno mas bien un apodo, «Artgore», Alfonso Ruiz, el encargado de hacer el dibujo para la hipnotica portada (la vida, o lo que es lo mismo alguien con mayor conocimiento, se encargó de aclararme que no era hermano de Juan Carlos Ruiz, el creador del fanzine, pero mientras duró la confusion fue bonito pensar que un dúo de hermanos sacaron adelante este proyecto). Era asombroso que algo tan sangriento (el blanco y negro de la fotocopia le daba un aire mas enfermizo en su precariedad) pudiera considerarse arte, no tenia claro en ese momento si cumplia tecnicamente como tal pero lo que si sabia era que su tremendismo podia shockear duramente a aquellos que no jugaban este juego (nunca lo pude comprobar a ciencia cierta, pero bastaba con tener altas probabilidades, algo asi como cuando haces chistes a espaldas de tu jefe).
En las paginas de la madre de todos los rockeros proletarios de Mexico, la Banda Rockera (un pro-zine, que para los neofitos se refiere a que es una masturbacion mental en forma de impreso sin el apoyo de una compania editorial pero con mas dinero que el de los cuates de tu pueblo), me fui topando con mas muestras de su arte, y el no va mas fue enterarme que tenia una banda en la cual fungia como vocalista, y que previsiblemente era de Death Metal (guitarras densas, bateria como motoconformadora y vocalista «cantando» como cuando le bajas a la cadena del inodoro; ¿temas?, todo lo tremendista que se pudiera). Para mas INRI la temática específica iba en contra de lo habitual en el género, y de hecho la portada (ahora si con más dinero, pero no tanto, para que destacara en color) mostraba a un macho cabrío, representación clásica de Satanás, siendo destripado. No, no eran White Metal (para los amantes de las etiquetas, la mayoría de los asiduos a esta música, significa que es una banda de rock pesado dedicada a enaltecer la palabra del señor, y ya saben que Diosito no checa con el Heavy Metal), simplemente ponían a la muerte por encima de cualquier creencia fanática. Siendo yo un contreras natural antes de escucharlos (como casi no sucede en el Rock, y más el Heavy metal) ya los tenía como non plus ultra.
Provinciano al fin y antisocial por naturaleza (por aquello de enviar una carta al grupo), tuve que esperar a mis vacaciones en León, Guanajuato, para comprarlo en… chin, maldito cerebro, ya no das mas. Ya no sé si fue en La Cadena del Rock (monopolizadores de la mercancía para el rockero leonés), en un puesto rockero de la Línea de Fuego (uno de los mas grandes tianguis de por allá) o en algún puesto ídem del Mercado de San Juan De Dios en Guadalajara. El caso es que en uno de mis típicos arranques románticamente idealistas (respaldado financieramente por mi papá, obviamente, ¿de qué otra forma puede ser para un pequeño burgués buscando independizarse?), compre varias unidades de «… To The Mesphil» de Pyphomgertum (ah, perdón, no les había dicho desde el principio de quien se trataba) para revenderlos en Cd. Obregón, mi terruño de nacimiento más no de crianza, junto con material de Bloodsoaked, y creo que de Hellnomorf y alguno más.
Me parecía increíble que el personal metalero en mi pueblo no conociera estas bandas de tanta calidad, y pues su inseguro servidor se encargaría de subsanar dicho vacío. Obviamente valió literalmente madres porque en primera yo no soy nada bueno vendiendo algo, segundo porque fuera de Transmetal/Next y los que nos visitaran mis en teoría colegas de gustos no le hacían al metal nacional, tercero y en parajoda mortal al no ser populares/conocidos no eran viables para gastar monedas en ellos (es más, ni siquiera para ser grabados en cinta comercial de forma casera). Fue hasta que años después, previsiblemente cuando la banda ya había tronado cual vil ejote, que empezó a cobrar más fama, y no se diga con el boom del internet, y con ellos todas las demás bandas de Metal Nacional (así fuera una auténtica basura). Así es esto, nos encanta la adoración de lo muerto, y si no nos cuesta trabajo mejor aún.
Un Cassette de muy poca duración, pero todos los temas denotando trabajo tanto en la composición como en la grabación. La presentación era de maquila y con un libreto (booklet en el argot) un poco deslavado pero completo y creativo. Un sonido que después se reprodujo como hongos después de la lluvia, pero estos fueron de los primeros o los primeros en hacerlo con calidad en nuestro país, y con una temática y presencia escénica (basándome en videos y reseñas, porque nunca pude verlos en vivo) fuera de lo común para lo estilado en ese momento. No dudo de la pericia instrumental de sus integrantes pero el de la magia ahí era Alfonso; se fue el y acabó todo. El intento de seguir sin el y reunirse en estos años recientes no cuajó para nada. Viven de la nostalgia del impacto de esa época y, como tantos otros, de la añoranza de lo que pudo ser. Yo pensaba irlos a ver sólo cuando un compa de internet (porque nunca lo he visto en vivo y a todo color) haciendo una TimRìppereada (el fan sustituto de Rob Halford, de Judas Priest, cuando se separó del grupo) fue invitado a ser su vocalista en la reunión que menciono, la cosa acabo mal (algún día, haremos algo para escribir como Satán manda las vicisitudes del Circo del Metal en México) y al no estar el perdí todo interés. Irlos a ver sería lastimosamente patético considerando la pequeña gran historia de trascendencia que aportaron a este subterráneo género musical.
Me parece muchísimo mas coherente la postura de Alfonso, dedicado a lo suyo como fisicoculturista, ya no dedicado al Metal ni tampoco pintando, pero aún con gusto por esto y todavía manteniendo cierto contacto con quien se le acerca en relación a la música. Mejor mantener un buen recuerdo (sin vivir en ello) y no arruinarlo con charadas.
P.D. Dejé en el tintero el bello momento de los Xibalba y su movimiento Anti-Artgore; Dios, cuanto tercermundismo patético. Lo recuerdo y siento tanta pena ajena, que en automático hago el movimiento de morder el rebozo como la India María.